Rubén Luengo
Nacido en el único año capicúa
del s. XX, gallego intencionadamente y malcriado a ultranza en un pueblo
legendario llamado O Grove, este individuo de dudosa reputación y peor eficacia
paseó su mediocridad por la carrera de periodismo en Santiago de Compostela. Un
presumible error de burocracia le permitió graduarse y hasta hacer promoción de
dos libros de poesía escritos en su adolescencia que, si la vida es justa,
habrán alimentado merecidamente hogueras y retretes. Ante la intemperie de un
grado inútil en la vida moderna, en 2015 probó suerte haciendo prácticas en la
emisora más icónica de la parrilla nacional: Radio 3. Sin duda, todos los
imbéciles tienen suerte, porque años después, a la espera de que el pelotón de
fusilamiento le ajusticie, sigue trabajando con esmero en sus oficinas, con
varios programas sobre sus raquíticos hombros, incluyendo el que le permite
figurar en esta revista, ‘Metaverso’.
¿De qué le salva la poesía?
De la sacrosanta abulia que malvive en los espejos.
¿Un verso para repetirse
siempre?
‘Sonrío y me callo porque, en última instancia, uno tiene consciencia
de la inutilidad de todas las palabras’. Ángel González.
¿Qué libro debe estar en todas
las bibliotecas?
‘Vendrá la muerte y tendrá tus ojos’, Cesare Pavese.
Amor, muerte, tiempo, vida…
¿cuál es el gran tema?
Me resulta entristecedor tener que seleccionar un único tema, y lo
digo siendo vergonzosamente pedante. Pero, desde la apetencia personal, me
quedo con el solipsismo como tema: yo soy yo y el límite de mis fonemas.
¿Qué verso de otro querría
haber escrito?
“De la esfinge a la caja de caudales hay un hilo tenso que atraviesa
el corazón de todos los niños pobres”. Federico García Lorca.
¿Escribir, leer o vivir?
Ingerir grandes cantidades de intrascendencia para que la poesía represente
la coartada de los auténticos homicidas de la realidad. O sea, que me quedo con
malvivir mientras, de vez en cuando, leo y hago el Bartleby templadamente.
¿Dónde están las musas?
En la sección de necrológicas de los medios.
¿Qué no puede ser poesía?
La poesía no puede ser simulacro de nihilismo ni halterofilia de
sentimientos. Debe haber siempre una mácula pertinente de lucidez, por mínima
que sea, que alimente su fórmula de fiero cinismo o de irreverencia atronadora.
¿Cuál es el último poemario que
ha leído?
‘Meh’, de Diego Álvarez Miguel.
Si todos leyéramos versos, el
mundo…
El mundo experimentaría esa vigorosa y lamentablemente fugaz
sensación: la euforia. Y mejor aún: la euforia secreta, la que blinda la
calidez y autenticidad del ánimo. Eso es la droga más entumecedora.
Tres autores para vencerlo todo.
Wislawa Szymborska, Paul Celan, Fernando Pessoa.
¿Papel y lápiz, teclado o
smartphone?
Soy decepcionantemente castizo: he desgastado todo un cementerio de
grafito para unos pensamientos inútiles. Y si no hay papel, cicatriz nebulosa
en el reverso de la mano.
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