domingo, 21 de enero de 2018

SOLEDAD CHÁVEZ FAJARDO

Soledad Chávez Fajardo
(Santiago de Chile, 1977)


Es profesora en el Departamento de Lingüística de la Universidad de Chile. Allí imparte clases de historia de la lengua española, lingüística románica y judeoespañol. También se dedica a la confección, estudio y crítica de diccionarios. Pretende, más pronto que tarde, dedicarse seriamente a hacer etimologías.


¿De qué le salva la poesía?
¿Salva la poesía, realmente? Creo que te puede llevar, si es de la poesía sana y santa, al abismo más profundo. Intuyo que, si salva de algo la buena poesía, es, quizás, de la Realidad (sí, así con mayúscula).

¿Un verso para repetirse siempre?
La primera parte de De rerum Natura, de Lucrecio, es soberbia, porque es como un conjuro, del que suelo recurrir, sobre todo con las primeras voces, cantándolas, cuando me viene la melancolía: “Aeneadum genetrix, hominum divomque voluptas…” como una cosa netamente estética.
Luego ese “Cuántas veces me mataron, cuántas veces me morí y ahora estoy aquí resucitando” de la María Elena Walsh es una suerte de talismán para autocantarse en momentos duros.

¿Qué libro debe estar en todas las bibliotecas?
El Quijote, la Biblia, un buen diccionario, de la lengua que sea, pero bueno.

Amor, muerte, tiempo, vida…, ¿cuál es el gran tema?
Las ideologías, cuales, como bastones, nos impulsan a hacer cada cosa, cada maravilla, cada aberración, cada estupidez.

¿Qué verso de otro querría haber escrito?
Cualquiera de los que aparecen en los doce libros de la Eneida, sobre todo alguno que aparezca en los libros 1 a 6. Cualquiera ¿eh? Porque Virgilio es el más grande.

¿Escribir, leer o vivir?
Vivir, claro está.

¿Dónde están las musas?
Son sabias, porque están en cualquier lado. Hasta en una cloaca, escondidas, pueden estar llamándote, cuales Circes.

¿Qué no puede ser poesía?
Todo puede serlo, tal como lo explicaba Breton en Nadja. Ahora queda mejor pensarse eso de qué es buena poesía, porque de la mala hay mucha.

¿Cuál es el último poemario que ha leído?
El Erotokritos de Vitsentzos Kornaros, exquisitamente traducido por mi amigo Esteban Ortega. Un momento de máximo placer y magia, dicho sea de paso.

Si todos leyéramos versos, el mundo…
Una vez más: depende de qué versos, puesto que el mundo podría ser insoportablemente cursi o tibio o increíblemente interesante si se lee poesía cursi o tibia o interesante. Habría que evaluar qué dieta de versos pueda incorporarse en el mundo, cuales alimentos.

Tres autores para vencerlo todo.
Sófocles, Virgilio, Pound.

¿Papel y lápiz, teclado o smartphone?

Teclado, por una cosa generacional.


No hay comentarios:

Publicar un comentario