Joaquín Campos
Nacido en 1974, ha residido en tres continentes y dos océanos. Tras sus libros 'Faltan moscas para tanta mierda' (Renacimiento, 2014), 'Doble Ictus' (Renacimiento, 2015), 'La verdad sobre el caso Segarra' (FronteraD, 2016) y 'Veinte brotes' (Renacimiento, 2017), además de sus poemarios 'Cartas a Thompson (Island)' (Renacimiento, 2015) y 'Mäelys y todas las mujeres' (Canalla Ediciones, 2017), prepara la entrega de su siguiente libro de poemas titulado 'Catre' así como de su primera novela pura que llevará por título 'Últimas esperanzas'. A su vez, busca financiación para escribir poemas en Kabúl (muerte) y Fukushima (nuclear) tras haber terminado Pekín (polución). Todo esto debería dar forma a la trilogía en verso 'Poemas desde el otro lado'.
¿De qué le salva la poesía?
De la duda.
Leerla y escribirla me aleja de la mendicidad vital. Con la poesía salgo
adelante.
¿Un verso para repetirse siempre?
“Entras
al baño, me sueño bebiéndote”.
¿Qué libro debe estar en todas las bibliotecas?
Más allá del bien y del mal, de Nietzsche.
Amor, muerte, tiempo, vida…, ¿cuál es el
gran tema?
Romper el orden y atreverte a contarlo.
¿Qué verso de otro
querría haber escrito?
Entre la curva del suelo y bajo el firmamento siento que
me atrae todo el universo, de José Val del Omar.
¿Escribir, leer o vivir?
Escribe o revienta.
¿Dónde están las musas?
Fregando platos en
un restaurante, sacando al perro a cagar, vomitando en los aseos de una
discoteca, abortando mientras chatean por el móvil, haciendo caja cuando
cierran los supermercados de barrio. Donde no suelen estar en comprándose el
último grito en telefonía móvil o los tacones más violentos.
¿Qué no puede ser poesía?
Aquello que no
nace de un impulso.
¿Cuál es el último poemario que ha leído?
Poemas y canciones, de Bertolt Brecht. Simplemente alucinante.
Si todos leyéramos versos, el mundo…
Sería
un lugar donde votar cada cuatro años no sería necesario.
Tres autores para vencerlo todo.
Oro, José
Luis Parra; plata, Ángel González; y bronce, José Watanabe. Primer diploma
olímpico: Paul Morand.
¿Papel y lápiz, teclado o smartphone?
Prosa, portátil; poesía, bolígrafo y servilleta; cita, teléfono móvil.
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