martes, 20 de febrero de 2018

JULIÁN PORTILLO

Julián Portillo 
Olivenza, 1984

Foto: Carmelo Vera
Ha cursado estudios en Filosofía y Ciencias de la Información. Su obra se encuentra dispersa en un número creciente de antologías y revistas, destacando, entre otras, “Bukowski club” (Ediciones Escalera, 2008) coordinada por Carlos Salem, en la que se reúne a las voces más destacadas de las míticas jam sessions del extinto garito madrileño, el libro “Per-versos dehesarios” (Cuadren@ Maestr@, 2012). Colabora en el quincenario independiente “Pan y Circo” (Granada, 2006-07), en las revistas “Tropos” y “Quijote de papel” (Buenos Aires, 2009) durante una estancia en la capital argentina. En 2014 participa en el “Cuaderno de creación II.” realizado por la editorial sevillana Palimpesesto 2.0. Los fanzines “Bigardo”, “Infierno suave”, “Estrella de la carretera” y el volumen nº 9 de la colección 3X3 (Editora Regional de Extremadura) coordinada por Antonio Gómez, recogen algunas de sus más recientes creaciones.

Ha ofrecido charlas y talleres sobre poesía y escritura creativa en ferias, centros educativos y facultades. Ha obtenido los premios Manuel Pacheco (2006) y San Isidoro de Sevilla (2011), ambos en la modalidad de poesía. Durante el año 2012 mantiene el blog “Aullido” para la edición digital del diario HOY de Extremadura.

Es autor de las plaquettes “Los portales del alma” (2006) y “Literatura subterránea” (2008) editadas para los encuentros literarios del Gran Café Victoria (Badajoz), y del poemario “Ligero como una tumba” (Cuadern@ Maestr@, 2014) y “Resistencia al fuego” (Zoográfico Ediciones). 




¿De qué le salva la poesía?
De nada. La poesía no salva de nada. Aunque es conveniente para mí creer que lo hace, como esos tíos que creen en Dios o en la política, yo creo en la poesía porque funciona como uno de esos falsos mitos que, en cierta medida, ayudan a sobrellevar el peso de la vida.

¿Un verso para repetirse siempre?
“Sé todo en cada cosa. Pon cuanto eres en lo mínimo que hagas.” Aunque estos, en realidad, son un par.

¿Qué libro debe estar en todas las bibliotecas?
Hay tantos… se han escrito tantos libros imprescindibles que citar tan solo uno sería por mi parte un reduccionismo imperdonable. 

Amor, muerte, tiempo, vida…, ¿cuál es el gran tema?
Sobre esto han corrido ríos de tinta y dudo que yo sea quien pueda responder a la cuestión de una forma taxativa. Lo que puedo decir al respectos es que, más que como grandes temas, a mí me gusta considerarlos temas recurrentes. Es difícil esquivarlos. Salvo raras y estupendas originalidades todos los que nos hemos  atrevido a escribir -o, peor aún, a publicar- los hemos abordado de forma más o menos errada. De lo que estoy seguro es que todos tienen un denominador común, el sufrimiento. A fin de cuentas uno escribe porque sufre, y este es, ciertamente, tanto en literatura como en la vida, el único tema ineludible. 

¿Qué verso de otro querría haber escrito?
“Qué haces mirando la lluvia/ si no llueve”. De Iribarren, por ejemplo.

¿Escribir, leer o vivir?
Vivir, vivir sin duda. Leer por puro gusto y escribir solo cuando sea estrictamente necesario. Nunca antes.

¿Dónde están las musas?
Follando con otros, imagino.

¿Qué no puede ser poesía?
No creo que yo, ni nadie, tenga autoridad suficiente como para responder a esto. Concibo la poesía en términos puramente subjetivos así que, si lees algo, por muy bueno que digan los eruditos que es y te deja completamente indiferente... en fin, que si no consigue emocionarte no es poesía.

¿Cuál es el último poemario que ha leído?
“Una mala vida la tiene cualquiera”. De Javier Salvago.

Si todos leyéramos versos, el mundo…
Si todos leyéramos versos el mundo sería un lugar insoportable. 

Tres autores para vencerlo todo.
Otro reduccionismo, pero, vamos allá... así a bote pronto se me ocurren Pessoa, De Ory y Blake. No sé si para vencerlo todo, pero al menos sí para vencer el tiempo que, a fin de cuentas, vienen siendo lo mismo. 

¿Papel y lápiz, teclado o smartphone?
Normalmente uso el teclado, pero, cuando en diversas circunstancias me he visto privado de su uso, he recurrido al lápiz y al papel, y la experiencia no es muy distinta. Como construir entre tú y el mundo, en ocasiones un puente, o en otras un muro, de palabras. 


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